Durante todo agosto se exhibirá “Witral: Urdimbre incandescente”, una colección de 12 obras hechas por el pintor Lito Mille en la Sala de Exposiciones Campus San Francisco de la Universidad Católica de Temuco (Manuel Montt #56).
La muestra, organizada por la Dirección de Extensión Académica y Cultural de dicha casa de estudios, disponible hasta el 29 de agosto en el Hall del Aula Magna UCT, trae por primera vez el trabajo de Mille, seudónimo del pintor Miguel Ángel González Salazar (Rancagua, 1981), artista autodidacta que ha forjado una carrera centrada en el óleo.
Kinesiólogo de profesión, las pinturas de Mille se destacan por invitar al público a reflexionar por medio de imágenes de lo cotidiano y del pasado, empleando técnicas en acrílico y óleo sobre tela, por medio del uso de colores primarios y secundarios, creando espacios planos en los que ubica algún “objeto mágico” del folclor, alimentos y productos culturales, tesoros arqueológicos, que evocan memorias. Un contraste entre tradición y globalización, lo análogo y lo digital, la cultura originaria y el mercado, disolviendo toda dualidad, poniendo en valor el pasado para generar lecturas futuras.
Mille ha expuesto sus obras en diferentes espacios artísticos del centro del país, así como en el diario La Nación, la Biblioteca de Santiago o el Casino Enjoy de Viña del Mar. Su preocupación por visualizar y plasmar estás temáticas en las artes visuales lo han llevado a recibir el apoyo de diferentes FONDART regionales para la culminación de sus proyectos, entre ellos “Dichos populares” (2009), “Secretos populares” (2012) y “Comedor popular” (2018).
Es a partir de la última experiencia que nace “Witral”. En palabras de su creador, la colección está inspirada en el arte mapuche y las tejedoras de la región. Mille utiliza el concepto de QR para enlazar con la urdimbre y el tejido, destacando el contraste entre tecnología y tradición.
Tras la inauguración del 2 de agosto, la muestra estará disponible de lunes a viernes de 10 a 18 horas en el espacio ubicado en el hall del Aula Magna UCT. A prontas de ello, Mille repasa la obra a exponer.
-¿Cómo nace “WITRAL: Urdimbre Incandescente”?
Los pueblos originarios es un tema que he estado desarrollando hace largo tiempo. En su momento pinté una exposición llamada “Comedor Popular”. Ahí fui creando una exposición de cuadros que tenían que ver con las comidas típicas y que tenían raíz en nuestros pueblos originarios. Luego, hace 3 años, en periodo de pandemia, fue donde me empezó a resonar el tema del QR. Me quedó resonando por los permisos para transitar libremente. También está relacionado con algunas tejedoras mapuche de la región de O’Higgins. Me reuní con ellas, les mostré un poco mi trabajo, fueron ellas quienes me animaron a hacerlo.
-El QR coincide con las figuras geométricas que se ocupan en el arte mapuche. ¿Cómo fuiste trabajando cada obra?
Fui cuadro a cuadro. En un comienzo identifiqué que cada QR es como un repositorio de información. Al igual que los tejidos, son una forma de transmitir el conocimiento del pueblo mapuche. Por eso hice el enlace entre tejido y QR, una forma de guardar conocimiento, una información.
Si ve el QR a primera vista existe un desorden, es algo que no se puede leer si no se utiliza un medio tecnológico. Es un caos en contraste con los tejidos, que llaman al orden, a un ordenamiento natural, inspirado también en la naturaleza, en el respeto a los antepasados, a los espíritus. Es este entremedio de los QR donde entra el tejido, esta trama, esta urdimbre, ordenando este espacio que va haciendo lazos con el territorio.
-¿Qué descubriste en tu acercamiento a los textiles ancestrales mapuche?
Cuando yo tenía mis primeros bocetos, me acerqué a personas de una comunidad mapuche, les mostré mi trabajo. Después, con el tiempo, me invitaron a una feria de artesanía de pueblos originarios, donde había indígenas del norte, centro y sur. Conversando con ellos, compartiendo su visión, fui conectando con lo que sabía. Me di cuenta que no sabía mucho, a pesar que uno igual busca información por medio de libros, PDF, internet, viendo entrevistas de tejedoras, entrevistando a tejedoras de acá y de allá de la zona de Imperial. Tuve la oportunidad de hablar por teléfono con Anita Paillamil, una destacada tejedora. Ella justamente también hizo unos tejidos con QR, por eso me dije que tenía que conversar con ella. Le pareció bien, me fue orientando. Lo único que quería era hacer un trabajo respetuoso, que no cayera en la expropiación cultural, que a veces suele ocurrir. Fui bien cuidadoso con los temas. Me dijeron que tuviera cuidado con lo religioso, y así fue.
-Jugar con la idea del QR es también hablar de cómo la tecnología y la globalización ha impactado en la pérdida de entidad de las culturas, como todo apunta a lo genérico. ¿Compartes esa impresión?
Sí. Claramente el QR aquí representa todo lo que es lo tecnológico, lo instantáneo, el progreso, el extractivismo feroz que hay, el poco respeto a la naturaleza, los ríos y al conocimiento. Esto se va representando al colocar estos patrones, estas formas, estos diseños y grecas, van ahí un poco llamando la atención. Si se fijan en las obras, en donde hay espacios en blanco y negro que lucen desordenado, surge un orden con el tejido.
-Es la primera vez que expones en Temuco, ¿cómo asumes esta invitación?
Yo vi la convocatoria de la UCT porque sigo sus páginas. Es muy importante para mí y lo que estoy haciendo llevar este trabajo al sur. No lo he expuesto en ninguna otra parte. Llevo trabajando 3 años en esto y recién va a ver la luz en la UCT. Será visualizado en un lugar muy importante para lo que estoy haciendo, porque sin duda va a generar reflexión y conversaciones. Vamos a contrastar lo que realmente sé con las personas que habitan ese territorio. La idea de exponer en Temuco es un poco también empaparse del sur, empaparse del mismo suelo, de las mismas personas. Esa es la idea.
-¿Cuáles son tus expectativas de la muestra?
Pretendo estar en la inauguración el 2 de agosto. Pretendo hacer una visita guiada a los estudiantes de la misma universidad y al público que quiera asistir. Me complica un poco los tiempos, yo trabajo como kinesiólogo en un colegio. Me cuesta un poco pedir permiso y arrancarme.
-¿Cómo ha sido tu formación como pintor?
Mi información es autodidacta. Esto no quiere decir que lo que yo hago es un talento innato, es algo que he ido trabajando y estudiando, pero a mi ritmo y a mis posibilidades. En su momento quise postular a la universidad, pero no me alcanzó el puntaje, me quedé estudiando por acá, después se volvió muy complejo estudiar arte.
Pero siempre he estado pintando harto, por eso me he dedicado a estudiar por medios de talleres en la Casa de la Cultura de Rancagua a cargo de Claudio Goycoolea, destacado artista rancagüino, y después estuve en el Museo de Bellas Artes, en el curso de pintura al óleo y creación. Esa es mi formación entre comillas “académica”. Pero no pasé por la universidad, lo he ido aprendiendo por mi cuenta.
-Al igual que muchos artistas, independiente del rubro, te toca combinar las obligaciones con el placer. A eso se suman las exigencias tuyas como artista, de sentirte a gusto con la obra que estás presentando.
Sí, claramente porque yo para pintar llego después de mi trabajo, salgo a las 6, llego a casa a las 7 recién. Después hay que hacer las cosas en la casa y quedan poquitos tiempos. Entonces, la obra se ha ido construyendo aprovechando bien los fines de semana, los feriados, ratitos en la noche. Además, como es un trabajo tan meticuloso, demora.
– ¿Alguna invitación para el público que verá la exposición?
Esta exposición es un acercamiento a lo que es la cultura mapuche. Sobre todo, un homenaje a nuestras tejedoras, porque han sido históricamente mujeres las que han desarrollado esta actividad. Quiero que la gente, cuando vea estos trabajos, le tome mayor valor a lo que es el tejido del pueblo mapuche, que tiene aún mucho que contarnos.