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Presentación de “Nada o el vacío observable del espacio”

El pasado 7 de agosto se realizó la presentación regional del libro ganador de la convocatoria de poesía en La Araucanía. La poeta Damsi Figueroa (Talcahuano, 1976) y el escritor Carlos Lloró (Cuba, 1970) dialogaron junto a Felipe Caro. Esto es parte del registro de dicha jornada.

Diálogo y apuntes a la presentación de “Nada o el vacío observable del espacio”

FELIPE CARO:

-Quiero agradecer el trabajo, la instancia de haber generado una propuesta dentro del panorama regional. La escritura es individual, solitaria. Pero el fenómeno del libro es un movimiento mucho mayor, una onda expansiva.

DAMSI FIGUEROA:

Es un maravilloso y tremendo libro, que me ha permitido reconectarme con la intensidad de la lectura. Me ha puesto también en aprietos. Lo leí 3 veces. Y cada vez que lo leía entraba por una puerta de acceso diferente.

Primero quiero señalar, qué es lo que más me interesó de este libro es que explora nuevos lenguajes para la poesía chilena en esta correspondencia entre el lenguaje de la astrofísica y el lenguaje de los afectos, como diría nuestro amigo Bernardo Colipán.

El tema central del libro creo que es la soledad y que se corresponde con el concepto de vacío. Una de las tantas formas de acceder al libro y que fue la última y la más problemática es a través de la macroestructura del texto, la forma externa del texto.

El libro se divide en dos partes, afelio y perihelio. El afelio es el punto en el cual la tierra está más lejana al sol, y el perihelio es la más cercana.

La primera parte tiene 18 poemas, y la segunda parte también tiene 18 poemas, que se pueden leer si uno lo quisiera, enfrentándolos. Y al enfrentarlos me di cuenta que se van repitiendo los títulos.

Comencé a hacer un juego para ver qué pasaba con esta repetición. Me di cuenta que se formaba un palíndromo.¿Te propusiste hacer un palíndromo?

FELIPE CARO:

Lo que yo intenté, lo que siempre ha sido un ruido para mí es la intertextualidad.

Creo que la literatura es eso, no hay texto orgánico por sí solo, no existe. Entonces quería y lo he hecho en trabajos anteriores, que han pasado solapados. Creo que lo más visible fue en Pieza País, que funciona en torno a ciertos fragmentos que están muy bien delimitados dentro de la estructura.

Nada sí lo quería hacer con ese juego de ida y vuelta. Entonces, para que tuviera sentido, tenía que haber un juego mayor de estructura.

DAMSI FIGUEROA:

A partir de esta observación de la macroestructura, me sucedieron dos cosas bien interesantes. En este libro se cumple esta premisa de la poesía, que es la identidad casi absoluta entre forma y fondo a todo nivel.

O sea, a nivel textual interno dentro de cada poema, a nivel de la gramática, del silencio, de cómo Caro trabaja el silencio del vacío, este espacio sin texto dentro de las páginas. Y también como hay una correspondencia, porque esta forma política finalmente logra que el centro donde se produce esta intersección, donde se cruzan todos los poemas, es el último poema de la primera serie y el primer poema de la segunda serie, donde todo, de alguna manera, pierde toda certeza. En ese pueblo los motores fallan, vuelven a retomar los principales temas de todo el libro.

Está esta identidad entre la persona que está sola, mirando las estrellas, en una noche de verano, en un lago del sur de Chile, y esta mujer, Valentina Tereshkova, que está en el cielo, también en esa soledad absoluta, mirando a la tierra.

Es en esta intersección donde expresan esa soledad. Hay un diálogo también en el primer poema bien interesante entre las voces poéticas. Está la voz del hablante del poema propiamente tal que dialoga de alguna manera, con pensamientos o palabras que podrían ser de esta mujer que está en el espacio, mirando al vacío, sintiendo la soledad absoluta.

Me pareció fascinante esta posibilidad de leer este libro desde esta óptica, que es una fórmula matemática. Este tipo de libro pertenece a esta estética de la poesía que llamamos “poesía de combinatoria”, que trabaja con la configuración intencionada de elementos, generando estructuras, que son necesariamente visibles en una primera lectura.

O sea, observamos una repetición, pero luego llegar a detectar cómo estas repeticiones crean estas estructuras, eso es ya otro proceso. Además, llegar a ese punto, te permite haber pasado por muchos sentidos profundos del poema.

 

Si leemos este poemario ya no enfrentando una serie con la otra, donde se genera esta figura hermosa, que es como una mariposa. Si lo leemos de forma lineal, se forma otra figura de onda expansiva, que en realidad son 36 círculos concéntricos si organizamos la relación que hay entre cada uno de los títulos.

Y esa estructura concéntrica me remitió a uno de los temas relacionados a los vuelos aeroespaciales, y específicamente a este concepto de la expansión de Hubble, que es la constante de la expansión del universo.

Esas cosas pasan a las 4 de la mañana cuando uno está en su casa leyendo, y comienza a jugar con las posibilidades que puede entregar un libro. A mí me pareció maravilloso. Me habla de un trabajo muy complejo, de cómo trabajar la poesía desde los niveles más primarios del lenguaje que es la fonética, hasta estas estructuras complejas, que son aparentemente simples, pero no lo son.

La inteterxtualidad en Pieza país conecta con La bandera de Chile de Elvira Hernández, y acá (en Nada…) también hay otra intertextualidad evidente con el libro ¡Arre! Halley ¡Arre!. Lo interesante es que este tipo de intertextualidad es como el doble opuesto de Caro en términos de estilos y estética, pero la crítica que hay detrás, el discurso, me parece que ahí hay algo en común.

Cuéntame de este intertexto, este diálogo, pero también desde las reflexiones más profundas. Hay una cuestión histórica-política importante.

FELIPE CARO:

Para mí la obra de Elvira es muy importante. Creo que dentro de la panorámica, la mujer en los 80 ‘s es todo un canon, que es mucho más certero y que se puede ver su fruto en la posición actual de la poesía de mujeres.

Como te decía antes, no es una intertextualidad, no es algo que se me ocurre a mí.

Cualquier obra es otra obra. Somos los libros que leemos, las novelas, los libros de poesía, siempre están referidos, ya sea en estilo a ciertos temas, los temas no son tantos. Borges decía que habían cinco temas centrales. Entonces, la propuesta inicial de cualquier escritor tiene que ser como tomas ese tema y le agregas una perspectiva nueva, como propia, personal, una sensibilidad con esos temas.

El libro ¡Arre! Halley ¡Arre! es un libro político, habla de este tema en los 80 ‘s cuando pasaba el cometa Halley, todos estaban atentos, y servía como distracción para el momento político que se vivía.

Creo que mi libro habla de otras cosas. Si bien hay semejanzas sobre el habitar el espacio, no lo trataría como un libro político propiamente tal. Pero tampoco lo es. Siempre hay una perspectiva y una mirada sobre las cosas, y creo que las miradas quedan ahí y dialogan con los lectores.

DAMSI FIGUEROA:

Sí, justamente eso es lo interesante. Lo he comentado con quienes han leído tu libro y es la simpleza con que trata ciertos temas. Si bien el tema político no es dominante en el discurso, aparece, sin duda. Me pasa cuando leí el libro también me sitúa en una época que no es el presente. Te veo a ti, o a mí como lectora, viviendo en los años 70 ‘s.

Hay muchas referencias a la carrera espacial, que se inicia a principios de los 60, no exclusivamente de esa época, pero son las más recurrentes. También veo esta relación con lo material, con la forma en que se comprende o que la ciencia explica el mundo a partir de esos hechos que me llevan y me remiten a esa época.

Estamos en otra época, la de la Inteligencia Artificial, estamos atravesados por la incertidumbre de los adelantos tecnológicos, por todo el ruido que nos produce a nivel intelectual, espiritual, toda esa avalancha de sucesos. En cambio, en esa época, los años 70 parecía que había más certeza, respecto a los mismos proyectos científicos y respecto a la forma en que como humanidad estamos elaborando una supuesta explicación.

Menciono esto porque percibo este deseo que no es ingenuo, que es volver un poco a ese tiempo en que vivieron nuestros padres, no es cualquier tiempo. Me parece que hay una ternura en llevar estas imágenes históricas, como la primera mujer en el espacio, el hombre a la luna, pero luego llevarnos a este plano hombre-niño-sujeto, porque tampoco hay barreras genéticas en la voz de la o el hablante poético, muy pocas marcas de género, esta persona que está observando ese espacio donde todavía podíamos ver las estrellas fugaces. Ahora los fenómenos celestes son otros.

Hace poco tuve la espantosa experiencia de ver el lanzamiento de los satélites Starlink en la cordillera. Lo vi sin querer mientras estaba en una fogata, conversando, cantando y de repente miramos para el cielo y veo cómo una serie de estrellas se empiezan a bifurcar, y rápidamente de una nace otra, otra, otra y otra y otra. La verdad es que yo me volví loca. Yo contrasto esta experiencia con estas personas, los años de nuestros padres, quienes miraban el cielo, veían una estrella fugaz y pedían un deseo.

¿Cómo sitúas la experiencia que hay detrás de este libro? ¿Es así o es una locura mía?

FELIPE CARO:

No sé si es tan evidente para mí eso. Abre un campo que podría significar y que le encuentro sentido ahora. Si bien tienes razón en que hay un cielo que es muy abierto y democrático, deja de serlo ahora para nosotros que vivimos en ciudades, apretados, lejos del descanso con muchas luces visibles. Sí, hay una escala de imaginario de ternura del vacío. O sea, en una época, en una temporada donde estamos tan atiborrados de información, donde no hay silencios, donde no hay luces apagadas. La semana pasada hubo un corte de luz en muchas partes de la ciudad, y era eso, volver a un elemento primario, el cerrar los ojos de cierta forma, ir a un plano que necesitaba un punto de fuga de lo contemporáneo.

CARLOS LLORÓ:

El título del libro es muy bello, el vacío observable del espacio, entonces uno se pregunta por el vacío no observable.

Y con este juego que hace Felipe con estos símbolos que ya no existe de la cosmonáutica soviética recuerdo a Cuba a principios de los 60 ‘s, cuando Yuri Gagarin dio un discurso y dijo que algún día un joven latinoamericano iba a ir al espacio. Uno de los niños que estaba escuchando era Arnaldo Tamayo, quien tomó nota de eso. Él fue uno de los 600 jóvenes que fueron a un programa espacial súper exigente que lo llevó a él junto a otro cubano que se llamaba José López a un programa intensivo en Cosmódromo de Baikonur, de donde saldría la expedición del proyecto Soyuz 38.

Resulta que ambos, José López y Arnaldo Tamayo, pasaron por el mismo entrenamiento, pero Arnaldo fue seleccionado junto con Yuri Romanenko al espacio. José López volvió a Cuba, nunca fue al espacio. Entonces digo guau, ahí hay algo, muy potente del vacío no observable que sugiere el título del libro de Caro.

FELIPE CARO:

Cuando hablamos de vacío lo vemos de forma negativa, creemos que todo tiene que estar ocupado, tiene que tener elementos atiborrados, que la soledad física en una soledad emocional en nuestra mente.

Yo hace mucho tiempo escribía que “No quiero llenar el vacío, solo adornarlo un poco”. Es parte de un texto de mi primera publicación, Hija, y este libro dialoga con Nada, que no habla del espacio en sí, sino que habla de la condición humana, de buscar respuestas de las que no tenemos idea. Creo que va por ahí.

DAMSI FIGUEROA:

Había pensado en esa dualidad. Podemos pensar que tomas esos conceptos de la física para generar esta correspondencia con el lenguaje de los afectos, también puede ser la idea de este libro de esa tendencia crítica que es la ecocrítica, que nos obliga a replantearnos estas preguntas que se hacían estas personas que miraban la tierra, e impresiones tan fuertes que querían transmitirnos. ¿Qué somos cuando nos vemos desde allá? Nos permite reflexionar sobre qué somos. No quiero insistir con ese punto, pero sí sobre esta correspondencia entre ciencia y poesía que genera ciertas polémicas y ciertas tensiones.

Porque nosotros como poetas utilizamos mucho el lenguaje de la ciencia muy común, sin embargo, las cosas que son propias de la poesía, como el lenguaje familiar, las experiencias comunes, la experiencia en general, pero lo más importante para la poesía son aquellas experiencias que no son comunes a todos, que representan un verdadero obstáculo para el conocimiento. Entonces ahí veo una cuestión política, pero también veo que este libro abre esa posibilidad de comenzar también a leer esas tensiones y esa polémica entre ciencia y arte, entre conocimiento y poesía.

Me parece también interesante que Gaston Bachelard, el mismo que escribe estos fantásticos libros sobre La poética del espacio, el aire y los sueños o El derecho a soñar. El poeta también tiene un libro que se llama El espíritu científico del conocimiento objetivo, donde él justamente habla sobre este problema del conocimiento y estos temas que son tan esenciales son los primeros obstáculos para el conocimiento. Y estamos bastante lejos de querer hacernos cargo de ello, porque parece ser un problema sin solución.

Felipe, nos gustaría que leyeras algo de poesía, sobre todo el primer poema, porque así podemos entender cómo decanta todo lo demás.

 

El libro puede ser adquirido en el catálogo del sitio web de Ediciones UCT

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