En tiempos de inestabilidad política, económica y, por qué no decirlo, mental, pareciese que un poco de cobijo, un abrazo que rodea el cuello o simplemente una palabra de aliento anima a los seres humanos en su lucha diaria.
Si extrapolamos esto al hecho de que habitamos una sociedad en la que abunda el amor líquido, con la complejidad de los vínculos y las relaciones en un mundo posmoderno, tal como nos advirtió Bauman, hablar de amor nunca es fácil, sobre todo si se intenta no caer en lugares comunes. Por eso es destacable el trabajo que Carla Llamunao realiza en Avistamiento de aves y otros vuelos (Ediciones Universidad Católica de Temuco, 2023), donde con maestría revisita el género romántico desde la tradición poética.
Esta es su ópera prima a sus 33 años, ello tras ser una de las ganadoras de la primera colección de poesía Yosuke Kuramochi, convocatoria realizada por la Universidad Católica de Temuco, que recibió 47 poemarios en 2023, bajo la única premisa de que debían ser poetas nacidos o residentes de la región de La Araucanía. Tras la evaluación de las propuestas, revisadas por la poetisa y profesora Rosabetty Muñoz; el académico y poeta Patricio Alvarado y el escritor cubano residente en Chile Carlos Lloró, Llamunao fue seleccionada como una de las ganadoras junto con la obra Nada o el vacío observable del espacio, de Felipe Caro.
En este libro, la autora explora las pasiones a través de la vista y exploración de las aves. La contemplación será el camino y las aves la locomoción para dar forma a la propuesta poética contemplativa que atañe a la geografía local, tomando el pulso sensorial que comparten aves y humanos. Son el canto, el descanso o el viaje puntos de encuentro para dar cabida a lo que la nacida en Temuco busca decir.
Llamunao se amarra a loicas, mirlos, gorriones o lechuzas para construir su sentir repartido en fragmentos, pasando desde el entusiasmo a la incertidumbre. El poemario, dividido en dos capítulos —“Avistamiento de aves” e “Y otros vuelos”—, es destacado por su prologuista, Patricio Alvarado, por el flujo de la experiencia personal desde el simbolismo de las aves, generando escenas fragmentadas de un amor que aún parece doler. A través de una conversación por correo electrónico, Llamunao responde a las siguientes inquietudes provenientes de la lectura del libro.
—¿Cuáles han sido tus emociones tras ver impreso el libro? ¿Qué has descubierto en la obra en esta etapa de promoción?
Lo que he podido experimentar una vez visto el libro va desde la extrañeza hasta un cobijo colectivo. Extrañeza de ver mi rostro en cada una de esas portadas, el trabajo de Mauricio Ascencio (fotógrafo) es destacable y enfrentarse a un retrato de una misma es como el ejercicio diario de mirarse al espejo, sumándole que en el contenido del libro, si bien es ficción, hay una parte muy íntima que se desvela con los lanzamientos. Y me refiero a cobijo colectivo porque me he sentido muy arropada por mis cercanos y también por personas nuevas con sus comentarios y referencias del poemario. Siento que estos pájaros están emprendiendo un vuelo propio que hace que me desdoble, ya que, más que autora, me siento observadora del proceso. Sin duda, no soy la misma desde que se publicó el libro.
—¿Cómo fue el trabajo de cara a la obra completa? ¿Fue una recopilación de poemas de varios años o se trabajó detrás de un título?
He tratado de calcular el tiempo de escritura que me llevó el libro, y más o menos estimo cinco años. Tiene de ambos, un poco de recopilación y una vez con la idea de avistamiento fue un proceso más intencionado y de edición. Por eso he destacado la importancia de ese proceso, el de edición, de lecturas de afuera, el trabajo de alejarse de los textos y releerlos con otras miradas me ayudó mucho. Por ello, una mención especial a tres personas que fueron críticos en el momento de leerme: mis colegas y amigos, Juan Manuel Fierro, Marcelo Navarro y mi hermana Catalina López.
Yo creo que todo aquello que una ha leído de alguna forma inspira o tienen injerencia en lo que una escribe, entonces se me vienen a la cabeza autoras como Idea Vilariño, Anne Carson, la parte poética de Cristina Peri Rossi, Elvira Hernández, Rosabetty Muñoz; autores como Enrique Lihn, Jorge Teillier, Carlos Pezoa Véliz; mis lamngen Daniela Catrileo, Roxana Miranda, y todo aquel texto que me ha conmocionado.
Hay otro objeto que me parece importante de mencionar, son dos cuadros de aves bordados que tengo en mi casa, uno de un mirlo y otro de unas loicas unidas por un hilo rojo, creación de Nadia Yáñez (Eney), ambos influenciaron que viera a las aves en su potencialidad metafórica.
—¿Por qué la poesía sigue siendo el sustento para dar forma a la vida?
La poesía tiene ese doble sentido, por una parte, es considerada un acto completamente inútil en el sentido de productividad regente. Y, por otro lado, sobre todo para quienes nos dedicamos a las letras, a la lectura, a su enseñanza, da forma a la vida. Para mí la poesía ha sido esa búsqueda que se ha asentado en las palabras, en el lenguaje, en nombrar aquello, aunque constantemente se vuelve a la frustración de no resolver ciertos misterios por los que llegamos a la escritura. Además, la poesía me ha indicado una manera de relacionarme con el afuera, de observar, descubrir que la naturaleza y lo que nos rodea se comunica de otras formas y tratar de plasmarlo en la escritura es algo que genera una pulsión en mí.
—¿Qué podrías comentarnos acerca de la forma y estilo que elegiste para “Avistamiento…”?
No sé si soy tan consciente sobre el estilo y la forma, hay algo de intuitivo en la manera en que escribí el poemario, en dejarse llevar, esto tiene que ver con la práctica de escribir un diario, porque de ahí nace. Hubo un momento de mi vida en que renuncié a la escritura poética y que me dediqué exclusivamente a la investigación literaria, y tuve que volver, de manera obligada, por la necesidad de ir anotando en mi diario, como desahogo y al final los relatos de mis días se fueron convertido cada vez más en poemas.
—Se ha dado la costumbre de que otras poetas locales publican sobre los 30 años, tal como ocurrió con las primeras obras de Dafne Meezs y Carolina Quijón. ¿A qué se debe que se repita esta variable en el género? ¿Falta de espacios, atrevimiento o paciencia?
-Recientemente presentaste el libro en Chiloé, en compañía de otra poeta, Rosabetty Muñoz. ¿Cómo fue la recepción del trabajo? ¿Qué podrías compartirnos del diálogo con Rosabetty? Ella fue jurada del concurso.
Me he sorprendido gratamente con la recepción, hasta el momento llevo dos presentaciones y en ambas las personas que estuvieron ahí me mostraron lecturas muy interesantes del poemario, ver y desp ersonalizarse del libro me ha hecho muy bien. El libro ha abierto la valoración poética hasta el plano de valoración de especies aviares, eso me alegra mucho, estamos en una crisis ambiental y pensar que la poesía puede ayudar a generar conciencia e incentivar a la protección de especies me parece relevante y me incentiva a seguir en esa línea.
Que Rosabetty haya sido jurado y además parte de esa primera presentación en Ancud, me emocionó mucho, en mi rol de lectora he sido su admiradora, pensar que personas con su trayectoria apoyen a las que estamos publicando nuestro primer libro demuestra que el circuito de escritoras es muy generoso
-Podríamos considerar la selección de tu poemario como un impulso para tu carrera artística. ¿Has pensado lo que viene después de esto o es muy apresurado? ¿Cómo ha seguido tu escritura tras la publicación?
El libro puede ser adquirido en el catálogo del sitio web de Ediciones UCT